No puedo dejar de dedicarle unas líneas a la bicicleta. No solo porque cumple 200 años, sino porque voy años con ella. Y es tan rico ir con ella, sobre todo en verano , claro. Ahora es primavera. Y hoy extrañé tanto mi bicicleta, la extrañé porque no podía ir como normalmente voy. Voy con ella, o con ellas. Tengo dos bicicletas. Una de ellas estaba donde mi amigo mecánico de Heidelberg, en una tienda que se llama "El Dorado", tienda adorada, la otra tenía un hueco, así que tuve que empujarla hacia la tienda de mi amigo para recuperar la primera. Caminé muchísimo al lado de la bicicleta, en realidad quería dejarla en un taller de bicicletas en el centro, ya que estaba más cerca de donde perdió aire la llanta (el neumático) de mi bici. Sin embargo el dueño de la tienda en el centro, me dijo que había que sacar una cita para la bicicleta porque ellos tienen mucho trabajo en primavera y verano. Bueno, mejor así, es mejor ir siempre a donde la gente que conoces y que no es carera. Ya el martes paso por la segunda.
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Bicicleta eléctrica de un negocio de bicicletas en Heidelberg. |
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Caminé empujando mi bicicleta, y me detuve a ver un charco. |
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Con la cabeza hacia abajo, cansado de llevar esta rueda. |
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En el tren rumbo a Mannheim. |
También siempre llevo mi bicicleta en el tren, y la llevo porque así no estoy sólo sentada en las aulas cerradas y con poco aire, sino que puedo bajar antes de mi destino y pasar al lado de los plátanos de sombra, que me encantan aunque sea alérgica a sus flores.
Heidelberg, 10 de junio de 2017.
Natalia Lévano Casas
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