Y ayer no vi a mi bicicleta de esta manera, me refiero a las fotos. Pero ya terminando el día me acordé otra vez de lo que le pasó a mi bici.
Había tomado el tren a la una de la tarde en Heidelberg, en la estación se encontraba un señor de América Latina con unas maletas, él se despedía de su esposa. No me parece haberlo visto antes, pero bueno, lo reconocí como latinoamericano, cuando abrió la boca me di cuenta que era de Chile. Estando en el tren me preguntó de dónde era yo, le dije que de Perú, y antes que siguiera hablando le dije que él era chileno. Después me dijo que cómo sabía que él era de Chile si el no salía mucho con latinos, y yo le contesté : por el acento. Y él me dijo que le parecía raro que fuera por el acento porque el había crecido en Brasil. Yo le dije que tenía un acento chileno, entonces él me dijo que podría ser porque sus padres le habían hablado en castellano en Brasil. Después me contó que iba a visitar Machu Picchu.
Seguimos hablando un poco hasta que me di cuenta que un hombre miraba mi bicicleta que se encontraba en frente de él. La miraba con una atención hipnotizadora. Yo como observo mucho a la gente y a las cosas, me di cuenta de su atención y le dije si le faltaba algo a mi bicicleta. Comenzó a explicar algunas cosas que veía en ella. Yo le pregunté si quería que le cambiara mi bicicleta por la suya, ya que la mía era una bicicleta de hombre y la de él era una bicicleta de mujer. El hombre era un hombre joven, tomaba su cerveza en lata en el tren, era la una de la tarde. El hombre hablaba mirando al chileno y no a mí, hasta que yo le dije varias veces que la bicicleta era mía, que por tanto si tiene algo que decir sobre ella debería mirarme a mí. Comenzó al fin a verme a los ojos, me contó, nos contó, que había trabajado en un taller de bicicletas y que sabía mucho de éstas. Explicó que el timón de mi bicicleta no era de ésta, y yo le expliqué que un amigo mecánico de la tienda de bicicletas "El Dorado" la había adaptado para mí. En un momento se puso de pie y comenzó a decirme que tengo que echar aceite a la cadena. Después se fijo en los frenos de mi bicicleta y dijo que estaban muy flojos, yo le dije que una vez que la dejé varios días en la calle un tarado la manipuló. Entonces él, el joven mecánico, me dice que le coja la cerveza. Apenas tuve la cerveza en la mano, él, manos a la obra reparó mi bicicleta en un santiamén. De repente me di cuenta que ya venía la controladora, entonces le dije que por favor tomara su lata de cerveza que tenía que sacar mi billetera, entonces él me dice que tenía que bajar, estaba claro que no tenía boleto. Dijo que la retuviéramos. Había al frente de nosotros un joven negro, africano que se reía por este actuar de mi mecánico, yo lo miré seriamente, ya que sabía que su risa iba a provocar alguna sospecha sobre este hombre,mi mecánico, que sin ser negro viajaba de negro. Mis frenos están muy bien ajustados, y él nos agradeció desde el andén que dejaba el tren, y yo le agradecí desde el tren que seguía hacia adelante.
No sé nada más del chileno, sólo que se fue a mi país. Sé que el mecánico está bien.
No sé nada más del chileno, sólo que se fue a mi país. Sé que el mecánico está bien.
Natalia Lévano Casas
Heidelberg, 14 de noviembre de 2017
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