Samstag, 3. November 2018

Pure

De noche.

Los mundos,

un mundo.


 
De pie,

dentro de un espacio,

en un círculo no trazado.

Atento.

Tú, dentro del círculo ya mentado.

Y poco a poco

comienzas a hablar sonidos

uno por uno,

uno por uno,

dos, tres, uno.

Miras a todos tus compañeros

son de cariño,

de madera

son de tela 

y de metal.



Escapas de todos los instrumentos

por un instante.



Rompes el círculo anterior

escapando con una pandereta

hacia el centro de todo.



Un silencioso corte, y

desvanecen los círculos

llueven más sonidos.

Las cuerdas son guitarra

Los golpes son tambores

Y las palabras: susurros.

Mas otras cuerdas ahorcan de repente toda posible alegría.



Cuidadosamente entras en el círculo otra vez.

Un micrófono se arriesga a bailar

Dos bailarines discuten bulliciosos,

¿son acaso actores?

Sus palabras callan las cuerdas y los golpes.

Tú esparces una calma paternal.

Tú escarbas pequeños mundos

desde un rincón.


 
En un momento saltas a la India, 

y una mangera nos trae diferentes sonidos.


Cajón y palmas invaden las tablas,

piernas y brazos en el aire. 

Piernas y brazos en el suelo,

ellos trazan líneas perpendiculares

trazan círculos.


Trabalenguas de guitarra.

Mientras un cencerro se derrite en el agua.

Una mano fina

devuelve el cajón peruano a tu rincón.


 
Y una vasija soleada intercala en pequeñas olas

sonidos de agua

y silencios de sed.

La palma de tu mano toca el agua,

tus manos entreabiertas

dejan caer líneas paralelas de agua.

Líneas de agua.

Líneas de agua,

líneas de agua,

líneas de agua.

Unas cuerdas movedizas las acompañan

tú. de espaldas a nosotros:

tu publico.

Te comunicas con tus amigos del círculo

trazado secretamente entre tus amigos y tú

del sóstenme como obligación en una de las parejas de baile,

al baile ligero, libre y loco del grupo

y tú te mueves hacia todos los instrumentos.


 
Te despides.

Ahora los sonidos los trae el público.

Mis aplausos entre ellos.

Afuera la noche tiembla de alegría.



 Natalia Lévano Casas

Heidelberg, 6 de enero de 2016  
 







Sonntag, 30. September 2018

Meine Heimat ist Peru. Das Meer mit dem kalten Wasser und die vielen Fische sind für mich auch meine Heimat. Das Essen, die Früchte, die ich liebe: Chirimoyas, Mangos, Papayas, Lucuma, etc. sind meine Heimat. Heimat ist, wenn deine Mutter und dein Bruder am Flughafen auf Dich warten. Heimat ist für mich der Ort, der sehr verschieden ist, als wo ich lebe. Die Heimat muss man lieben. Aber nicht in dem Sinne von Flaggen oder nur Symbole. Meine Heimat, mein Land ist sehr reich an verschiedenen Sachen, zum Beispiel: Peru verfügt über 53 Naturschutzgebiete und über 84 der 104 in der Welt existierenden Lebenszonen. Aber alles bedeutet nichts, wenn man nur nach Gold und Öl in Peru sucht. Die letzten 5 Präsidenten Perus waren für mich keine Patrioten, Leute ohne Heimat, für solche Leute ist die Bank ihre Heimat.

Das Erste woran ich mich erinnern kann? Mmmmm ……
 
An meine Familie, an mein Haus. Die Tänzer und Musiker, die bei uns öfter waren. Die Bibliothek meines Vaters. Die Schallplatten und CDs zuhause.
Als eine chilenische Frau aus Pinochets Diktatur geflohen ist. Sie war hoch schwanger und suchte Zuflucht bei einer Nachbarin, danach kam die Ambulanz und die Polizei. Hoffentlich wurde sie nicht festgenommen.

Ich erinnere mich an die Erdbeben und an das Orangenblütenwasser (agua de azahar), die wir immer nach dem Erdbeben bekamen, und das zur Beruhigung diente.
Ich erinnere mich an meine Schulen. Die Schulzeit war sehr langweilig.
Ich erinnere mich an die viele Anschläge der terroristischen Gruppen. Ich erinnere mich, dass wir Kerzen anzünden mussten, um Licht zu haben.

Heidelberg, den 25. August 2018 

Natalia Lévano Casas

Die Texte entstanden mit der Frage nach der Heimat  für das Theaterprojekt "Volksfest" in Mannheim. 

Foto: Natalia Lévano Casas
Foto: Natalia Lévano Casas

Foto: Natalia Lévano Casas

Foto: Natalia Lévano Casas

Freitag, 24. August 2018

Como la mayoría de los compositores

Y estaba por allí un día, hace poco. Esperando a una vecina y a su hija que asistían a un taller de pintura para niños, donde una profesora iba con su libro diciendo como se tenía que pintar. ¡Qué manía con Kandinsky!¡Tan de consultorio médico aquí en Alemania!¡Y Malévich!¡Bien, gracias!  Bueno, regreso al taller para niños y padres. Eran muchas personas en tan apretado espacio, hacía además mucho calor, es por eso que me fui por algunos caminos para hacer tiempo. Los caminos eran muy grises y de limpio cemento, de casas bien protegidas por muros de muchas piedras amontonadas que no se asemejaban a ningún sitio natural y pedregoso cercano al monte, tampoco se asemejaban a los muros de la vergüenza (no es solo uno el muro de la vergüenza). Más bien parecía un muro de defensa enano, de clase media. Al otro lado del muro, sin que los dueños de los muros lo desearan, saltaban, aunque indefensas, algunas flores. 
Ese día me aburrió el día. El calor sofocaba y el cemento no dejaba de ser gris.
Cuando una, flor privada, salta del muro hacia la vereda pública.
Y esta amarilla flor sale del cemento para amarillarnos.

Terreno privado dice con letras rojas.


Yo seguí paseando por allí, a ver si encontraba algo interesante. Vi esta piedra en un cuadrado sitio para el pasto y para la cúbica piedra. La cúbica piedra del cuadrado sitio tenía unas letras que hablaban deMozart, y las notas de una de sus partituras se mostraban brillantes al otro de lado de la piedra. Mientras leía sobre Mozart, sobre esa piedra, leo : como la mayoría de los compositores, el casi nunca tuvo dinero. Después bajo la cabeza, y veo lo que allí dice: Privatgrundstück (propiedad privada). Me pareció todo más ridículo de lo que había pensado al principio sobre las casitas allí bien acomodadas y de iguales colores. Cuando estaba tomando fotos con mi celular, solté una risita. Una colega que enseña conmigo español me vio y me dijo que por qué me reía. Bueno, le conté pues lo que acababa de leer, y lo de las letras rojas. Y ella dice que era gracioso. Y yo casi molesta le dije que era contradictorio y de mal gusto. Al final resultó que por allí vivía ella, al lado de las notas mozartianas.
Propiedad privada
Notas mozartianas.

Y lo que queda del día después de haber leído la frase de la pobreza de Mozart y de otros compositores, y después de haber escuchado el comentario de mi colega que me miró además como tonta, me quedo con esta frase para volver a la realidad: Compra mejor, vive mejor.

Besser einkaufen.
Heidelberg, 24 de junio de 2018.
Natalia Lévano Casas

Dienstag, 14. August 2018

Professionelles Spanisch-Training


Professionelles Spanisch-Training
für Berufstätige, Studierende und Abiturienten

Maßgeschneiderter Einzel- oder Kleinstgruppenunterricht bei
muttersprachlicher Universitätsdozentin mit vieljähriger didaktischer Erfahrung

Schwerpunkte und Vorschläge:

·        Español comercial – Spanisch für den Geschäftsalltag
(Kundenkontakt am Telefon, Geschäftskorrespondenz, Verhandlungen, Meetings)
·        Gezieltes Konversationstraining und Diskussionskleingruppen
(Wirtschaftsthemen, aktuelle Nachrichten, Literatur, Redewendungen, Kollokationen)
·        gezielter und systematischer Aufbau Ihres Vokabulars mit modernsten Methoden
·        Unterstützung bei der Vorbereitung auf DELE-Zertifikate oder das Abitur
·        Anleitung zum lehrerunabhängigen Spanisch-Lernen und Korrektur von Texten
·        Kulturvermittlung (Lateinamerika) und Hilfe bei Bewerbungen im hispanophonen Ausland
·        ¡Cocinamos!Lateinamerikanische Spezialitäten kochen und dabei Spanisch lernen

Wir besprechen Ihre Lernziele, die Anforderungen Ihres Arbeitsplatzes und Ihre Wünsche und erarbeiten gemeinsamen einen realistischen Lernplan.
Statt an den üblichen eher touristisch orientierten Lehrwerken und Sprachlehrplänen anderer Anbieter orientiere ich mich an Ihren tatsächlichen Bedürfnissen und (beruflichen) Themenschwerpunkten. Wie wir (nicht nur) bei uns in Peru sagen: „Cada loco con su tema.“  ;-)
So bekommen Sie genau das, was Sie effektiv für Ihre Ziele und zügige Fortschritte brauchen.

Lernen Sie mich doch einfach in einem unverbindlichen, kostenlosen Gespräch kennen. Ich freue mich auf Sie. 

+4917647851062   
NataliaLevanoCasas@gmail.com 

Ihre Natalia Lévano Casas

Freitag, 20. Juli 2018

Entre calles

Llegué unos minutos antes de que cerraran una oficina del teatro de Mannheim. Llegué porque me habían dicho que podía recoger un libro. Ya antes de subir a la oficina quería ver con calma ese verdor estancado en el cemento. Me dije sin embargo que después observaría con detalle este verdor y que primero tenía que ir por el libro prometido. Yo sé que no es lo mismo ver que filmar, pero como no todos pueden ver esto, lo filmé. Aunque tampoco es que filme todo lo que veo, ni tampoco tomo fotos a todo ni a todos. Esta vez esta verde alfombra es el comienzo de un día caluroso y variopinto.


Mientras tomaba las fotos con mi celular me di cuenta que salía una decoradora del teatro que conozco desde hace dos años. Ella salía cansada, me comentó del demasiado trabajo que tiene en el teatro. Se detuvo unos minutos sin embargo porque me vio concentrada en el verdor, no quería romper esa boba y lenta acción mía a pesar de lo estresante que fue su día. Me dijo que tuviera cuidado porque debajo de esa alfombra verde se veían a veces muchas avispas. Se quejó de su trabajo y me dijo que así no se podía continuar en el teatro, que necesitaba mucha ayuda y que sola tenía que hacer mucho.  Nos despedimos y le prometí que la próxima vez en alguno de los estrenos le llevaría Inca Kola, la bebida de sabor nacional (gaseosa peruana) que a ella la vuelve loca, a mí no.


Todas estas fotos las tomé delante de las oficinas del teatro (Nationaltheater Mannheim), y delante del teatro más pequeño que se llama Studio.


Felizmente que yo ya estaba en Mannheim porque tenía después que ir a ensayar otra vez en el teatro, pero en otro local, más lejano al gran teatro. Llegué una hora antes al ensayo. Me senté a dos metros de ese tacho de basura que ven en la foto de abajo y que lleva una calcomanía del AfD (Alternativa para Alemania). Creo que no necesito aquí hablar sobre ese partido político.

R4, Mannheim
El momento, mejor dicho, los momentos que esperé sentada cómodamente hasta que abrieran, me gustaron. Felizmente tenía la sombra encima de mí. El calor y mis pedaleos incansables habían hecho pesado ese día. Ahora estaba dispuesta solo a observar, a mirar a cada uno de los que pasaran por allí, a observar cada esquina. Después de todo yo estaba en una de esas cuatro esquinas.
Primero pasó delante de mí un hombre muy sano, parecía normal, con short y con un bivirí, todos no tan baratos. Llevaba una bolsa de hombro muy bonita, de cuero. La bolsa hacía sin embargo que se le viera la línea del poto. Iba tan campante, creo que no se dio cuenta. Quise tomarle una foto pero reaccioné muy tarde. Pensé además, qué pasaría con él si estuviera caminando así por Lima. Después de ese breve capítulo de streptease corrían por la acera de enfrente padre e hija, africanos los dos. Los dos cruzaron la calle con la velocidad máxima de cada uno, con la alegría máxima de cada uno. Él papá era más rápido. Desaparecieron en la calle, yo no me puse de pie a seguirlos.
Poco después pasaron otra vez de regreso. De repente vi que unos billetes se le escapaban de las manos al padre, el billete de cien euros llegó incluso a estar a un metro de distancia de mis pies cansados. Les dije a los dos que el dinero corría más rápido que ellos dos.
A ese tacho de la calcomanía del AfD de arriba vino poco después un hombre a buscar botellas para poder con el retorno de los envases tener algunas monedas. El hombre tendría unos 45 años, se le veía sereno en su labor. Lo malo es que llevaba unas botellas de vidrio en dos bolsas de papel. Comencé en ese momento a buscar una bolsa de plástico en mi mochila para poder ofrecérsela, pero no encontré ninguna. Al andar unos dos metros se reventó una de sus bolsas y con ella cayeron varias botellas de vidrio. Varias se rompieron. El hombre juntó todos los vidrios en una de las rotas bolsas de papel. Después vi que sacó una bolsa de plástico y metió las que se salvaron de esa caída. El hombre se fue tranquilo, e incluso dijo que eso siempre puede pasar.
Unos minutos más tarde llegó otro tipo a sacar botellas del mismo tacho de la calcomanía. Le advertí que tuviera cuidado con los vidrios, le conté lo que había pasado, pero el tipo me miró fijamente y con una seriedad de "no te metas". No dije nada más. Al teléfono estaba mi amiga berlinesa a quien le conté el caso. Me dijo que ella también juntaba botellas, a veces, cuando había no sé qué en la RDA, cuando era pequeña. No le entendí bien porque la gente comenzó a llegar. Sin embargo los dos que llegaron se fueron a comer algo, entonces seguí tranquila sentada, observando.
Los barberos, o en realidad los peluqueros para caballeros (no sé si la traducción del nombre en inglés sea exacta) estaban aburridos en esa esquina hasta que pasó una chica, ellos reaccionaron como muy machitos a los segundos después de verla. Salieron de la peluquería y uno de ellos salió de la peluquería para hombres y la siguió con la vista. Los otros se quedaron dentro. 
Después me quedé en el ensayo, aunque con el calor que hacía no tenía ganas de ensayar, pero hacía mucho rato que no había estado allí. Después, uno de los autores del teatro, se quedó a hacer un taller de escritura. Aunque solo tenían que quedarse 5 personas que antes le habían enviado un texto. Al final y para mi alegría se podían quedar más personas, todos los que quisieran. Para mí fue genial porque de todas maneras estaba escribiendo lo de la esquina del tacho con la calcomanía. Dos de las tareas fueron interesantes, una fue escribir lo que uno quisiera en 8 minutos, escribí algo de lo que vi mientras esperaba a que llegaran todos. La otra tarea me costó más porque traté de escribir desde el mismo lugar algo sobre los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. Pausaba todo el tiempo, dejando el lapicero de lado. Mi escribir esta vez no tenía ninguna fluidez. No podían ser como las historias cortas de arriba lo de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Ya al tomar el camino de bicicletas hacia mi estación de trenes favorita me acompañó el sonido de miles de grillos por un espacio de media hora. Y ya llegando a una parada central de tranvías no se escuchaba más a los grillos. Lo que sí captó mi atención al casi acabar el día fue un hombre mayor que iba con una bicicleta y sus ruedas de apoyo. Quise seguir su ruta, pero no lo ubiqué hasta el día siguiente en otra ciudad y de casualidad.
Delante de una pastelería en Heidelberg.
Natalia Lévano Casas
Heidelberg, 20 de julio de 2018.