Montag, 22. August 2016

Los tres perfumes

De noche, Juana estaba en su cama, sola, dormía profundamente. De repente percibió un perfume desconocido, masculino, de olor profundo, eso la despertó. Se tuvo que levantar por la cercanía del mismo a su cama, quería seguirlo, dar con él. Salió a la otra habitación porque quería saber quién era, quién invadía su territorio. En los otros sitios de la casa no se esparcía ese olor, incluso en el dormitorio el olor duró unos metros, unos segundos. Al volver al dormitorio  ya no lo percibió más. Tampoco había sido su hijo, ¿tan de noche, con un nuevo perfume? Ella lo vio durmiendo en su habitación. Después, la misma mañana del perfume, una amiga le preguntó por la voz de su hermano. ¿Voz baja tenía él? Una voz baja fue la que le dijo “¡abre, abre!” a la amiga que se quedó a dormir en el sofá de la sala.

Y un día después cuando Juana concentradamente escribía un ensayo para el teatro, sintió a su lado derecho, otro perfume. Esta vez no se asustó, le pareció incluso placentero sentirlo estando despierta. Este perfume era otra vez varonil,  esta vez lo sintió más exclusivo, más encantador. Habría sido el hecho de ya no dormir, porque sabía que no podía ser una ilusión o un sueño, aunque no hubiera nadie a su lado, todo era muy afable. Ella no identificaría tampoco ese perfume . Más allá de la puerta que daba al balcón ese olor se desvanecía.

Juana se fue a  otra ciudad por cuatro días. De la otra ciudad la trajo su amiga en su coche a la misma casa, cercana al bosque. Juana se fue a dormir muy cansada.  A la mañana siguiente al ir al baño y pasar silenciosa y lentamente por la sala donde dormía su amiga, se encontró al abrir la puerta del baño otra vez con un nuevo perfume. Era un perfume natural, un perfume parecido a una rica colonia, era suave, duró unos segundos en el baño para luego desvanecerse como los otros dos perfumes de los anteriores días.

Inquieta, curiosa, preguntó por el hermano que había muerto hace poco. Hacía 12 años que no se veían. Juana quería saber sobre sus gustos hacia los perfumes, fragancias. Mientras hablaba por teléfono, veía los frascos mencionados en la conversación, delante de ella. 
Desde ese día no ha seguido ningún perfume.



  
Natalia Lévano Casas

Heidelberg, 21 de agosto de 2016

Donnerstag, 18. August 2016

De paso

Y vas en bicicleta por un camino paralelo al río Néckar, en medio del campo, viendo única y exclusivamente a la luna , y de repente ves casi al llegar a Heidelberg, entre unos maizales, un camino de bicicletas y una pista donde pasan coches, a un gato negro y a la misma luna de antes. La escena era preciosa, pero a la vez peligrosa. Entonces me digo: "¿Cómo hago con la mala suerte?" Me refiero a la mala suerte del gato. Si iba rápido quizás se iría a la carretera, era un gato joven. Entonces me detuve y esperé a que el gato cruzara la pista. Yo veía los coches pasar velozmente, y cuando no pasaban, el gato no se atrevía a cruzar la bendita pista. No me podía quedar toda la noche esperando a ver el destino del gato negro. Esperé cuatro minutos, entonces, desde mis seis metros de distancia le hablo con una tremenda voz a ese gato (por cierto, ya venía con una tremenda voz unas horas antes). Yo pasé por su lado, el gato no se me cruzó ni de derecha a izquierda, ni de izquierda a derecha. Sólo se quedó como acurrucado, viéndome. Yo fui de frente , siguiendo a la luna, viéndola. También vi de reojo los ojos del gato. Quizás la luna también me haya visto de reojo.







Texto y fotos de Natalia Lévano Casas 

Heidelberg, 18 de agosto de 2016